La oxidación de la glucosa (Agujetas)

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Del libro El arte de Cetrería. Félix Rodriguez de la Fuente.

Para dar un sólido punto de apoyo a las alas, el esqueleto torácico ha constituido por soldadura de las vértebras, las costillas, el esternón y la pelvis, un fuselaje rápido. Las plumas cobertoras proporcionan homogeneidad al conjunto y lo hacen aerodinámico. Las timoneras forman el aparato de dirección.
Dotadas de un organismo ligero, apoyándose en amplios planos, las aves disfrutan de la necesaria flotabilidad para mantenerse en el aire, pero necesitan una poderosa musculatura que mueva esas alas con la rapidez que exige la progresión en el medio aéreo. Los músculos pectorales, notablemente desarrollados, insertos en la gran quilla esternal constituyen el adecuado motor.
El gran consumo de este aparato muscular, cuyas fibras han de contraerse a elevada frecuencia en las aves de vuelo rápido, ha dado lugar a un acelerado metabolismo. El corazón late en algunos pájaros a 400 veces por minuto. Con este ritmo la sangre se oxigena en los pulmones y aporta a los tejidos la necesaria cantidad de oxígeno y glucosa.
Esta perfección funcional ha ido todavía más lejos; la oxidación de la glucosa, que proporciona la energía muscular, produce en los mamíferos elementos residuales tóxicos, que han de ser eliminados y dan lugar al cansancio y a las llamadas agujetas. En las aves, estos elementos se resintetizan, transformándose en nueva fuente de energía.
Tan intensas oxidaciones producen una elevadísima temperatura corporal, que ha de ser compensada mediante un eficaz sistema de refrigeración. El aire aspirado, antes de ingresar en los pulmones, recorre una serie de sacos situados en el seno de los tejidos, proporcionándoles el adecuado enfriamiento, y contribuye, por otra parte, a disminuir el peso del cuerpo.