Cetrero de afición, y en parte como obligación, hacen algunas fechas al limite de aparcar temporalmente esa pasion cetrera que corre por las venas del que escribe.
Los problemas familiares, y de conciencia, del tiempo que corre en contra y no puedes volver a trás para recuperar, las rencillas y traiciones provocadas por envidias del más indigno, los problemas comunes a todos, de los quehaceres cotidianos, los gastos, los compromisos. Todo y lo que a veces nos ahoga, nos eclipsa lo mejor que tenemos, y dejamos de lado, lo más humano, la familia, los amigos, y lo que nos concierne, nuestra común afición, compañeros.
Que nos une al vuelo de una rapaz? Si casi nos evadimos a cada milimetro que sus plumas surcan el cielo.
Estos dias por la tarde, diluvio, el viento que soplaba era helador, y traumatizador, por la fuerza del racheado. Y allá iba este enjendro con su coche por los caminejos al primer vuelo en libertad de su aguila.
Esa aguila como las que tienen tal caracter que tan pronto se amilanan de terror, como sacan orgullo del alma para arremeter con movimientos intimidatorios de éxito garantizado. Águilas...., improntadas o no con una cabeza excepcional entre todas las rapaces cazadoras, para memorizar, para casi elucubrar de un modo tenaz, un comportamiento u otro, según su apetencia, su tolerancia, y sobre todo su voluntad.
Esas águilas que no perdonan errores, que más tarde o temprano te recuerdan a base de picotazo, debatida, trabada, o simplemente con ese gesto encrespado que las hace únicas, un estado de disgusto.
Sean improntadas o no, jamas me ha fallado mimar un aguila, y he manejado algunas. Estas aves tan personales como ninguna otra.
Tampoco me ha fallado tratar de ponerme en su lugar, para tratarlas, para alimentarlas, para amansarlas, para templarlas, para cebarlas a media gorga. No somos más que espectadores, que con ellas debemos interferir lo minimo. Ellas nos miden, y ni mandan ellas, ni somos nosotros un rival superior, eso acaba fallando.
No tratemos a las aguilas como un halcón, o un azor, no son asi.
Ojo con las que tiran el pico porque se comportan como los buitres (nipalensis, y rapax), ojo con las que emigran (calzadas), ojo con las troqueladas muy templadas, asi como con un aguila en SU muda o SU arco, ese es su territorio y ahi las invadimos.
Por fin llegue a el paramo donde vuelo para soltar la prima de calzada, aparco el coche en lo más alto, y a toda prisa ante mi emoción, y por la intensidad de ver el desenlace, cargo el señuelo bien de carne, más carne en el morralillo, y a quitar lonja, tornillo,y caperuza.
Pico a viento, y aun con la mente en las tareas, empiezo a centrarme en que mi compañera no me presta nada de atención, observa las nubes en movimiento por el vendabal, sus pupilas se dilatan y contraen dependiendo allá donde enfocara. Aquello no era placeo, aquello no eran saltos al guante, ni tiras al señuelo, ... , trata de planear posada aun en el guante, jugando con el viento, se eleva y se posa, pero sin dejar de rozar sus pihuelas mi guante. Con un dominio del aire increible se va despegando casi ve un modo perfectamente vertical planeando hasta casi un metro de altura sobre el guante, para ya iniciar la batida intermitente, pico a viento. Sube casi sobre mi unos veinte metros, mirandome de pasada, torna y la corriente la arrastran de una manera vertiginosa con el viento de cola a mas de dos kilometros a la colina siguiente, que la sobrevuela a una altura considerable, practicamente inapreciable y solo visible con los primaticos. La dejo planear un rato más y la llamo al guante con una picada con la patita de un pollito.
Se acerca muy poco a poco por el viento, y casi siempre planeando, entra estupendamente y dejo literalmente absorto que me robe la picada, muy tipico lo de tratar de robar en las calzadas.
Surca el aguililla el aire tras un bando de garcillas pero sin afán de tocarlas, pero alardeando su supremacia. Tras unos 15-20 minutos, quizás más, y tras la distancia tomada por el aguila, y el haberse posado seguramente por la falta de fondo, saco el señuelo y la llamo, viene de nuevo pico a viento, poco a poco, al sobrevolarme, quiebra de una manera asombrosa y traba el señuelo impactando fuertemente contra este, aparenta ir a cubrir tumbandose sobre la carne, pero se incorpora para comer con una avidez comprensible por el frio, y su tercia.
Paso la cuerda del señuelo por el ojal de la pihuela (vicio que acostumbro), y tumbado a poco más de metro y medio, la contemplo comiendo sobre el suelo del herbazal seco y dorado como el verano pasado, pero abatido por el viento y frio como el invierno que vendrá.
Aún huelen las manzanillas ya secas y sin petalos y los tomillos en este otoño en el paramo, las nubes cada vez pintan mas oscuras, y el contraste con el salpicado de las garcillas en vuelo hacen una estampa única.
Estos momentos con mis rapaces me inciden en el alma de un modo único, arraigando aún más esta pasión, esta actividad ancestral, este "estar como espectador directo de un acto cotidiano de la naturaleza".
Recojo y ya sueño con lo que pueda pasar mañana,...
Ya os contaré lo que vaya surgiendo.
A los aguileros que no se atrevan a manejar estas aves, les aconsejo los colaroja, los ferruginos, o primas de grandes hibridos (gerifalte x sacre, los dos representantes mayores de los Hierofalco: Halcones-aguila). A estos sacaran más partido que a las aguilas en lo que a calidad de vuelos, caracter, caza, coste,...
