Observación e identificación de aves.
- Colt Cabrera
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37. Territorialidad
37. Territorialidad
¿Le gustaría que alguien se metiera en su casa sin su permiso?; ¿lo dejaría llevarse la comida que tiene en su despensa? Pues bien, en eso nos parecemos las aves y los seres humanos: cuidamos nuestro espacio. Un territorio es un espacio físico que un ave defiende contra otros individuos de su misma especie. Pueden ser enormes o de pocos metros cuadrados (en el caso de los cigüeñones y las gaviotas, su territorio se puede reducir al área alrededor de su nido). Los territorios pueden ser defendidos todo el año por parte de aves residentes -no migratorias- o temporalmente, como en el caso del pequeño parche que el playero arenero, Calidris alba, defiende mientras se alimenta en la costa.
Durante la época reproductiva se hace más evidente el comportamiento territorial, pues los machos compiten por territorios con características atractivas para las parejas potenciales. Debido a que establecer y defender un territorio es crucial para atraer una pareja, las acciones usadas en despliegues territoriales son idénticos o muy similares a los despliegues para atraer una pareja y para defender un nido.
Un buen territorio permite a las aves tener acceso a buenos alimentos, dominar sobre otros rivales y atraer parejas para reproducirse. La dominancia o territorialidad está relacionada con la edad y el sexo. Generalmente, los machos son más dominantes que las hembras y los adultos más que los jóvenes.
Muchas especies, especialmente dentro de los passeriformes, usan el canto o algún otro sonido para definir el límite de sus territorios. Usualmente cantan a todo pulmón desde lo alto de un árbol o de otra percha visible. Otra forma de comportamiento territorial es a través del plumaje llamativo: levantar las crestas, mover la cola, abrir las alas o efectuar otro tipo de acciones para que sus cuerpos parezcan más grandes y amenazantes.
Otras aves no son tan pacíficas y, si alguien se atreve a traspasar los bordes de su territorio, se van a los puños o, mejor dicho, a los picotazos; persiguen a los intrusos o emiten sonidos ásperos a manera de regaño. Algunas veces, las aves del jardín confunden su reflejo en un espejo o vidrio con un intruso. Puesto que el "invasor" no cede a sus despliegues, el defensor generalmente ataca el reflejo.
¿Le gustaría que alguien se metiera en su casa sin su permiso?; ¿lo dejaría llevarse la comida que tiene en su despensa? Pues bien, en eso nos parecemos las aves y los seres humanos: cuidamos nuestro espacio. Un territorio es un espacio físico que un ave defiende contra otros individuos de su misma especie. Pueden ser enormes o de pocos metros cuadrados (en el caso de los cigüeñones y las gaviotas, su territorio se puede reducir al área alrededor de su nido). Los territorios pueden ser defendidos todo el año por parte de aves residentes -no migratorias- o temporalmente, como en el caso del pequeño parche que el playero arenero, Calidris alba, defiende mientras se alimenta en la costa.
Durante la época reproductiva se hace más evidente el comportamiento territorial, pues los machos compiten por territorios con características atractivas para las parejas potenciales. Debido a que establecer y defender un territorio es crucial para atraer una pareja, las acciones usadas en despliegues territoriales son idénticos o muy similares a los despliegues para atraer una pareja y para defender un nido.
Un buen territorio permite a las aves tener acceso a buenos alimentos, dominar sobre otros rivales y atraer parejas para reproducirse. La dominancia o territorialidad está relacionada con la edad y el sexo. Generalmente, los machos son más dominantes que las hembras y los adultos más que los jóvenes.
Muchas especies, especialmente dentro de los passeriformes, usan el canto o algún otro sonido para definir el límite de sus territorios. Usualmente cantan a todo pulmón desde lo alto de un árbol o de otra percha visible. Otra forma de comportamiento territorial es a través del plumaje llamativo: levantar las crestas, mover la cola, abrir las alas o efectuar otro tipo de acciones para que sus cuerpos parezcan más grandes y amenazantes.
Otras aves no son tan pacíficas y, si alguien se atreve a traspasar los bordes de su territorio, se van a los puños o, mejor dicho, a los picotazos; persiguen a los intrusos o emiten sonidos ásperos a manera de regaño. Algunas veces, las aves del jardín confunden su reflejo en un espejo o vidrio con un intruso. Puesto que el "invasor" no cede a sus despliegues, el defensor generalmente ataca el reflejo.
Un saludo, Alberto Cabrera.
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38. Cortejo
38. Cortejo
¿Quién se atrevió a decir que solo entre las personas existían galanes? En el mundo de las aves hay especímenes que harían palidecer a cualquier "don Juan" humano. En la mayoría de las especies de aves insectívoras y frugívoras, el inicio de las lluvias impulsa a machos y hembras a prepararse para el apareamiento. Las aves con dietas diferentes se reproducen en otras épocas del año. Parte importante de esa preparación es el cortejo.
El comportamiento de cortejo de las aves puede incluir cantos, despliegues, y establecimiento de territorios, entre otros. En muchas especies, machos y hembras muestran diferencias corporales en cuanto al color, el tamaño o la forma; es decir, presentan dimorfismo sexual. En algunos casos estas diferencias contribuyen a la atracción de individuos del sexo opuesto.
Muchos machos realizan despliegues frente a las hembras para mostrarles sus atributos; por ejemplo, las palomas de las ciudades se exhiben agachando su cabeza y emitiendo un sonido característico mientras abanican sus colas e inflan las plumas iridiscentes de su cuello.
Existen otros comportamientos de cortejo interesantes que incluyen bailes en pareja, ofrecimiento de "regalos" y construcción de estructuras complejas.
Por cierto.., ahora estamos casi en plena época de cortejo.
¿Quién se atrevió a decir que solo entre las personas existían galanes? En el mundo de las aves hay especímenes que harían palidecer a cualquier "don Juan" humano. En la mayoría de las especies de aves insectívoras y frugívoras, el inicio de las lluvias impulsa a machos y hembras a prepararse para el apareamiento. Las aves con dietas diferentes se reproducen en otras épocas del año. Parte importante de esa preparación es el cortejo.
El comportamiento de cortejo de las aves puede incluir cantos, despliegues, y establecimiento de territorios, entre otros. En muchas especies, machos y hembras muestran diferencias corporales en cuanto al color, el tamaño o la forma; es decir, presentan dimorfismo sexual. En algunos casos estas diferencias contribuyen a la atracción de individuos del sexo opuesto.
Muchos machos realizan despliegues frente a las hembras para mostrarles sus atributos; por ejemplo, las palomas de las ciudades se exhiben agachando su cabeza y emitiendo un sonido característico mientras abanican sus colas e inflan las plumas iridiscentes de su cuello.
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39. Sistemas de apareamiento
39. Sistemas de apareamiento
Las aves establecen relaciones con miembros del sexo opuesto de su misma especie con el fin de reproducirse. Las relaciones entre las hembras y los machos varían según la especie. En algunos casos, las aves mantienen la misma pareja por el resto de su vida; en otros, la relación de pareja no dura ni un día.
El tipo de relación más común es la monogamia, en la cual cada individuo tiene un solo compañero reproductivo por año. La mayoría de las aves son monógamas. Algunas permanecen con su pareja toda la vida o buscan otra cuando esa muere. Otras aves monógamas, en cambio, buscan una pareja reproductiva diferente cada año.
La poligamia es una relación menos común; en ella un individuo tiene varios compañeros reproductivos. Hay varios tipos de poligamia:
- Poliginia. Un macho se aparea con varias hembras (cada hembra se aparea con un macho). Es la forma más común de poligamia. Es el caso de muchas aves de presa, pericos, gansos, saltarines...
- Poliandría. Una hembra se aparea con varios machos (cada macho se aparea con una hembra). Es la forma más rara de poligamia (menos de un 1% de las aves son poliándricas). Varias especies del orden Charadriiformes, como las jacanas, son poliándricas.
- Promiscuidad. Los individuos de ambos sexos se aparean indiscriminadamente, sin formar verdaderas parejas reproductivas. Muchos colibríes son promiscuos. En este sistema de apareamiento, en general son las hembras las que se quedan cuidando los huevos y las crías.
- Poliginandria. Tanto machos como hembras forman parejas con varios miembros del sexo opuesto; por ejemplo, los tinamúes, aves primitivas de América. En este caso los machos son los que se quedan cuidando de los huevos y las crías.
Dentro de una especie, también pueden haber variaciones en cuanto al sistema de apareamiento; por ejemplo, piense en una especie de ave poliándrica; si hay hembras de esa especie que solo se aparean con un macho, entonces esas hembras serían catalogadas como monógamas.
Las aves establecen relaciones con miembros del sexo opuesto de su misma especie con el fin de reproducirse. Las relaciones entre las hembras y los machos varían según la especie. En algunos casos, las aves mantienen la misma pareja por el resto de su vida; en otros, la relación de pareja no dura ni un día.
El tipo de relación más común es la monogamia, en la cual cada individuo tiene un solo compañero reproductivo por año. La mayoría de las aves son monógamas. Algunas permanecen con su pareja toda la vida o buscan otra cuando esa muere. Otras aves monógamas, en cambio, buscan una pareja reproductiva diferente cada año.
La poligamia es una relación menos común; en ella un individuo tiene varios compañeros reproductivos. Hay varios tipos de poligamia:
- Poliginia. Un macho se aparea con varias hembras (cada hembra se aparea con un macho). Es la forma más común de poligamia. Es el caso de muchas aves de presa, pericos, gansos, saltarines...
- Poliandría. Una hembra se aparea con varios machos (cada macho se aparea con una hembra). Es la forma más rara de poligamia (menos de un 1% de las aves son poliándricas). Varias especies del orden Charadriiformes, como las jacanas, son poliándricas.
- Promiscuidad. Los individuos de ambos sexos se aparean indiscriminadamente, sin formar verdaderas parejas reproductivas. Muchos colibríes son promiscuos. En este sistema de apareamiento, en general son las hembras las que se quedan cuidando los huevos y las crías.
- Poliginandria. Tanto machos como hembras forman parejas con varios miembros del sexo opuesto; por ejemplo, los tinamúes, aves primitivas de América. En este caso los machos son los que se quedan cuidando de los huevos y las crías.
Dentro de una especie, también pueden haber variaciones en cuanto al sistema de apareamiento; por ejemplo, piense en una especie de ave poliándrica; si hay hembras de esa especie que solo se aparean con un macho, entonces esas hembras serían catalogadas como monógamas.
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40. Anidación
40. Anidación
En la época reproductiva es interesante observar a las aves volando mientras cargan diversos materiales en su pico para usarlos en la fabricación de su nido: barro, musgo, plumas, líquenes, telas de araña, ramitas, pelo de mamíferos... El comportamiento de anidación no solo incluye la recolección de esos materiales, sino también la selección del lugar para poner el nido y la construcción del nido. En muchos casos, las hembras son las constructoras, aunque en halcones y águilas el macho también ayuda bastante. En algunas especies de soterrés los machos construyen varios nidos y las hembras seleccionan uno.
Existen aves que anidan en el suelo. Ciertos patos fabrican un nido. Muchas aves costeras no construyen nido y simplemente usan un hueco poco profundo y liso, aprovechándose del mimetismo de sus huevos con la arena. La mayoría de las tangaras, las reinitas, los mosqueros, los gavilanes y los colibríes hacen un nido en forma de taza, tejido con material vegetal.
Algunos mosqueros y búhos emplean áreas cerradas ahuecadas para anidar, como un árbol con un hueco en el tronco. En cada época reproductiva, los pájaros carpinteros excavan, con la ayuda de su fuerte pico, sus propias cavidades. Los nidos viejos de los carpinteros son aprovechados por otras especies en los años siguientes.
En la época reproductiva es interesante observar a las aves volando mientras cargan diversos materiales en su pico para usarlos en la fabricación de su nido: barro, musgo, plumas, líquenes, telas de araña, ramitas, pelo de mamíferos... El comportamiento de anidación no solo incluye la recolección de esos materiales, sino también la selección del lugar para poner el nido y la construcción del nido. En muchos casos, las hembras son las constructoras, aunque en halcones y águilas el macho también ayuda bastante. En algunas especies de soterrés los machos construyen varios nidos y las hembras seleccionan uno.
Existen aves que anidan en el suelo. Ciertos patos fabrican un nido. Muchas aves costeras no construyen nido y simplemente usan un hueco poco profundo y liso, aprovechándose del mimetismo de sus huevos con la arena. La mayoría de las tangaras, las reinitas, los mosqueros, los gavilanes y los colibríes hacen un nido en forma de taza, tejido con material vegetal.
Algunos mosqueros y búhos emplean áreas cerradas ahuecadas para anidar, como un árbol con un hueco en el tronco. En cada época reproductiva, los pájaros carpinteros excavan, con la ayuda de su fuerte pico, sus propias cavidades. Los nidos viejos de los carpinteros son aprovechados por otras especies en los años siguientes.
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41. Cuido parental
41. Cuido parental
En las aves se presenta el cuido parental. Este es un comportamiento que tienen los padres para con sus crías hasta que puedan valerse por sí mismas; incluye empollar los huevos, proteger a huevos y pichones contra depredadores, buscar y llevarles alimento.
En el momento de empollar, se produce en el organismo de las hembras gran cantidad de hormona prolactina, la cual se libera en la sangre. Por lo general, las aves comienzan a incubar los huevos cuando el número de ellos está completo, para que así todos se abran al mismo tiempo. En el cuerpo de los padres incubadores se forman secciones de piel desnuda en el abdomen denominadas parches de incubación. En ellas la epidermis se vuelve más gruesa, de manera que la continua fricción con los huevos no la dañe. Los vasos sanguíneos proliferan en el parche y la sangre se concentra allí hasta que la incubación finalice. Por lo general, durante la incubación, la temperatura de los huevos debe mantenerse entre 37ºC y 38ºC; si es más alta o más baja pueden ocurrir daños o detenerse el crecimiento de los embriones.
En más o menos el 25% de las especies, la hembra incuba sola; en el 6% es el macho el que incuba solo. En ciertas especies donde ambos padres incuban, existen ceremonias para cambiar de turno; por ejemplo, tocarse el pico, levantar las plumas u ofrecer un alimento o una ramita. El macho del pingüino emperador se queda cuidando el huevo durante los dos meses siguientes a la puesta y no se alimenta todo ese tiempo (pierde mucho peso); la hembra en ese período se va al mar para alimentarse. Su retorno coincide con el momento en el que nace el pichón y releva al macho para dar de comer a la cría. Los machos de los mosqueros, las tangaras, los vireos y algunas reinitas llaman a la hembra para alimentarla periódicamente mientras ella se queda anidando.
En aves como los ostreros, a las crías se les denomina precoces porque están listas para dejar el nido casi desde que salen del cascarón. Los padres de estas aves mantienen a las crías a salvo de los depredadores y los vigilan a medida que se alimentan. Les enseñan a encontrar el alimento y a comérselo.
A las crías de aves como los passeriformes se les denomina altriciales: nacen sin plumas, ciegos e indefensos, por lo que requieren más cuidado que las crías precoces. En estos casos, uno o ambos padres les proporcionan el alimento hasta que estén listos para dejar el nido. En algunas especies las crías son alimentadas incluso por un buen tiempo después de que dejan el nido (¡otra similitud con los seres humanos!) y aprenden a volar.
Las necesidades de cuido parental en cada especie se relacionan con el sistema de apareamiento: en las aves monógamas ambos padres se hacen cargo de los pequeños. La poligamia tiende a ocurrir en casos en que los polluelos son precoces o también cuando los recursos alimenticios son muy abundantes; el cuidado de los pichones corre generalmente por cuenta de solo uno de los padres.
Los padres generalmente alimentan a su descendencia con una dieta similar a la suya, solo que con mayor contenido de proteína. Los que son principalmente frugívoros o nectarívoros, por ejemplo, consumen mayor cantidad de insectos; tienden a comerse los insectos más pequeños y a llevarse los más grandes al nido.
Otros padres tragan la comida mientras forrajean y luego, al volver al nido, la regurgitan a las crías. A medida que maduran, incrementan la proporción de alimento sólido en las regurgitaciones (algo así como el destete). Las palomas producen para sus crías la sustancia conocida como "leche de paloma" o "de buche". Los halcones llevan presas al nido y las desgarran en trocitos para sus polluelos.
En muchos casos, mientras más tiempo dure el cuido parental, más probabilidad hay de que sobrevivan los juveniles hasta la madurez.
En las aves se presenta el cuido parental. Este es un comportamiento que tienen los padres para con sus crías hasta que puedan valerse por sí mismas; incluye empollar los huevos, proteger a huevos y pichones contra depredadores, buscar y llevarles alimento.
En el momento de empollar, se produce en el organismo de las hembras gran cantidad de hormona prolactina, la cual se libera en la sangre. Por lo general, las aves comienzan a incubar los huevos cuando el número de ellos está completo, para que así todos se abran al mismo tiempo. En el cuerpo de los padres incubadores se forman secciones de piel desnuda en el abdomen denominadas parches de incubación. En ellas la epidermis se vuelve más gruesa, de manera que la continua fricción con los huevos no la dañe. Los vasos sanguíneos proliferan en el parche y la sangre se concentra allí hasta que la incubación finalice. Por lo general, durante la incubación, la temperatura de los huevos debe mantenerse entre 37ºC y 38ºC; si es más alta o más baja pueden ocurrir daños o detenerse el crecimiento de los embriones.
En más o menos el 25% de las especies, la hembra incuba sola; en el 6% es el macho el que incuba solo. En ciertas especies donde ambos padres incuban, existen ceremonias para cambiar de turno; por ejemplo, tocarse el pico, levantar las plumas u ofrecer un alimento o una ramita. El macho del pingüino emperador se queda cuidando el huevo durante los dos meses siguientes a la puesta y no se alimenta todo ese tiempo (pierde mucho peso); la hembra en ese período se va al mar para alimentarse. Su retorno coincide con el momento en el que nace el pichón y releva al macho para dar de comer a la cría. Los machos de los mosqueros, las tangaras, los vireos y algunas reinitas llaman a la hembra para alimentarla periódicamente mientras ella se queda anidando.
En aves como los ostreros, a las crías se les denomina precoces porque están listas para dejar el nido casi desde que salen del cascarón. Los padres de estas aves mantienen a las crías a salvo de los depredadores y los vigilan a medida que se alimentan. Les enseñan a encontrar el alimento y a comérselo.
A las crías de aves como los passeriformes se les denomina altriciales: nacen sin plumas, ciegos e indefensos, por lo que requieren más cuidado que las crías precoces. En estos casos, uno o ambos padres les proporcionan el alimento hasta que estén listos para dejar el nido. En algunas especies las crías son alimentadas incluso por un buen tiempo después de que dejan el nido (¡otra similitud con los seres humanos!) y aprenden a volar.
Las necesidades de cuido parental en cada especie se relacionan con el sistema de apareamiento: en las aves monógamas ambos padres se hacen cargo de los pequeños. La poligamia tiende a ocurrir en casos en que los polluelos son precoces o también cuando los recursos alimenticios son muy abundantes; el cuidado de los pichones corre generalmente por cuenta de solo uno de los padres.
Los padres generalmente alimentan a su descendencia con una dieta similar a la suya, solo que con mayor contenido de proteína. Los que son principalmente frugívoros o nectarívoros, por ejemplo, consumen mayor cantidad de insectos; tienden a comerse los insectos más pequeños y a llevarse los más grandes al nido.
Otros padres tragan la comida mientras forrajean y luego, al volver al nido, la regurgitan a las crías. A medida que maduran, incrementan la proporción de alimento sólido en las regurgitaciones (algo así como el destete). Las palomas producen para sus crías la sustancia conocida como "leche de paloma" o "de buche". Los halcones llevan presas al nido y las desgarran en trocitos para sus polluelos.
En muchos casos, mientras más tiempo dure el cuido parental, más probabilidad hay de que sobrevivan los juveniles hasta la madurez.
Un saludo, Alberto Cabrera.
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- Sergio Núñez
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Olé Colt! cada episodio es mas interesante!!!
Para Falcon900...si no es molestia me apunto a esto que comentabas de recopilarlo en un documento y pasarlo por correo electronico...yo no sabria hacerlo...es que los ordenadores no se me dan muy bien
aki dejo mi messenger: ara_pa_joe@hotmail.com
Animo con este curso! Que no decaiga señores!!!
Saludos!!!

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- Colt Cabrera
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Ok, entonces seguimos.., perdonarme, es que he estado un poco liado con algunos asuntos. 

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- Colt Cabrera
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42. Colonias de anidación: ¡no hay nido para tantas aves!
42. Colonias de anidación: ¡no hay nido para tantas aves!
Más del 10% de las especies de aves anidan en colonias. Una colonia de anidación es un sitio donde decenas o cientos de aves deciden anidar, en ocasiones en un espacio pequeño. Muchas aves acuáticas anidan de esta manera. La ubicación de una colonia puede deberse a la presencia de pocos sitios seguros para anidar, a la existencia de un sitio cerca de una fuente abundante de comida o a la conjunción de estos dos factores.
Anidar en colonias tiene sus ventajas: los depredadores pueden ser detectados más facilmente y así se avisa a los otros del peligro; además, mientras más aves haya, menor es la probabilidad de que el nido propio sea el atacado. Por eso, los sitios más disputados para anidar se encuentran en el centro de la colonia. Otra posible ventaja es que los padres pueden seguir a otros que parezcan conocer dónde hallar comida. En otras palabras, las colonias fungen como centros de información.
Entre los aspectos negativos de anidar en un colonia está la alta competencia por espacio, la posibilidad de que haya robo de material y parasitismo de nidos y el gran número de ácaros y otros parásitos que pueden multiplicarse allí.
La sensibilidad de las aves a la presencia humana tiene que ser considerada antes de acercarse a cualquier colonia de anidación para evitar el abandono por parte de los padres o algún accidente para los pichones.
Más del 10% de las especies de aves anidan en colonias. Una colonia de anidación es un sitio donde decenas o cientos de aves deciden anidar, en ocasiones en un espacio pequeño. Muchas aves acuáticas anidan de esta manera. La ubicación de una colonia puede deberse a la presencia de pocos sitios seguros para anidar, a la existencia de un sitio cerca de una fuente abundante de comida o a la conjunción de estos dos factores.
Anidar en colonias tiene sus ventajas: los depredadores pueden ser detectados más facilmente y así se avisa a los otros del peligro; además, mientras más aves haya, menor es la probabilidad de que el nido propio sea el atacado. Por eso, los sitios más disputados para anidar se encuentran en el centro de la colonia. Otra posible ventaja es que los padres pueden seguir a otros que parezcan conocer dónde hallar comida. En otras palabras, las colonias fungen como centros de información.
Entre los aspectos negativos de anidar en un colonia está la alta competencia por espacio, la posibilidad de que haya robo de material y parasitismo de nidos y el gran número de ácaros y otros parásitos que pueden multiplicarse allí.
La sensibilidad de las aves a la presencia humana tiene que ser considerada antes de acercarse a cualquier colonia de anidación para evitar el abandono por parte de los padres o algún accidente para los pichones.
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43. Ayúdame que yo te ayudaré: cooperación en la crianza
43. Ayúdame que yo te ayudaré: cooperación en la crianza
En algunas especies de aves pareciera darse verdadero altruismo: varios individuos se prestan a ayudar en la crianza a una pareja, aparentemente, a cambio de nada. Esa ayuda puede consistir en cuidar el nido y alimentar a las crías. Varias especies de cuervos y de urracas reciben la cooperación de otros ayudantes para atender una nidada; estos colaboradores son juveniles o adultos que no están anidando en ese momento. Usualmente, los ayudantes son hijos jóvenes de la pareja a la que ayudan y contribuyen a aumentar las posibilidades de sobrevivencia de los pequeños hermanitos, así como las de sus padres.
En otros casos, también observamos verdaderos ejemplos de cooperativismo: varias parejas cuidan un conjunto de huevos común. Este es el caso de los tijos o garrapateros: de dos a cuatro parejas ponen entre tres y quince huevos en un solo nido grande que puede llegar a tener entre medio metro y ocho metros. La probabilidad de que tantos padres puedan evitar que un depredador llegue a sus huevos es grande, pero dentro de tanto cooperativismo también puede surgir algo de egoísmo; por ejemplo, en ocasiones algunas hembras botan los huevos de otras para poner los suyos.
El orden en que ponen los huevos las hembras depende de la edad. Las hembras jóvenes subordinadas ponen sus huevos primero y las mayores botan algunos de esos huevos para poner los suyos.
Tijo (Crotophaga sulcirostris) :

En algunas especies de aves pareciera darse verdadero altruismo: varios individuos se prestan a ayudar en la crianza a una pareja, aparentemente, a cambio de nada. Esa ayuda puede consistir en cuidar el nido y alimentar a las crías. Varias especies de cuervos y de urracas reciben la cooperación de otros ayudantes para atender una nidada; estos colaboradores son juveniles o adultos que no están anidando en ese momento. Usualmente, los ayudantes son hijos jóvenes de la pareja a la que ayudan y contribuyen a aumentar las posibilidades de sobrevivencia de los pequeños hermanitos, así como las de sus padres.
En otros casos, también observamos verdaderos ejemplos de cooperativismo: varias parejas cuidan un conjunto de huevos común. Este es el caso de los tijos o garrapateros: de dos a cuatro parejas ponen entre tres y quince huevos en un solo nido grande que puede llegar a tener entre medio metro y ocho metros. La probabilidad de que tantos padres puedan evitar que un depredador llegue a sus huevos es grande, pero dentro de tanto cooperativismo también puede surgir algo de egoísmo; por ejemplo, en ocasiones algunas hembras botan los huevos de otras para poner los suyos.
El orden en que ponen los huevos las hembras depende de la edad. Las hembras jóvenes subordinadas ponen sus huevos primero y las mayores botan algunos de esos huevos para poner los suyos.
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44. Parasitismo: intrusos en el nido
44. Parasitismo: intrusos en el nido
En general, las aves son un ejemplo de buenos padres. Sin embargo, existen especies a las que se les denomina parásitos de nidos y que son una excepción a esa regla pues ponen sus huevos en los nidos de otras aves y nunca más vuelven a preocuparse por sus crías. Ejemplos de parásitos son los vaqueros ojirrojos (Molothrus aeneus) y ciertos pájaros cucú como el cuclillo listado (Tapera naevia), los cuales dependen de otras especies para que críen su descendencia. El parasitismo afecta negativamente las poblaciones de las aves parasitadas. Algunas de las "víctimas" más frecuentes de los parásitos son los emberízidos (gorriones, pinzones, finches...). Hay parásitos que tienen una amplia variedad de hospedadores; mientras que otros son más específicos y solo parasitan a una especie particular.
Algunas aves ponen huevos en nidos de otros individuos de la misma especie además de los puestos en el nido propio; a esto se le denomina intraparasitismo. Esto es muy común entre las aves, especialmente en las acuáticas como zambullidores y gaviotas, así como en palomas y aves canoras. Este comportamiento es más probable cuando hay pocos sitios donde anidar y una gran densidad de población. Esto, por supuesto, no favorece en nada al padre engañado, el cual debe repartir la comida entre su prole y el o los intrusos. De ahí que es importante vigilar el nido para evitar que en un descuido aparezca de pronto un huevo más.
En las familias Cuculidae e Icteridae existen miembros que son considerados parásitos obligados (como el cuclillo listado y el vaquero ojirrojo que ya mencionamos previamente). Esto quiere decir que no construyen nidos ni cuidan sus propias crías. En cambio, dependen de otras especies para que críen y cuiden a sus polluelos. Las aves parásitas de nidos ponen sus huevos en varios nidos y disminuyen así las probabilidades de que un depredador elimine a toda su progenie.
La hembra parásita aprovecha el menor descuido para remover algunos o todos los huevos del nido del hospedador y dejar los suyos rápidamente. Además, sus pichones suelen ser más grandes, así que la madre suele alimentarlos a ellos primero, descuidando a los propios. Los pichones parásitos son agresivos y en ocasiones lanzan a sus "hermanastros" del nido o los matan.
Esta forma de reproducción permite a los parásitos tener gran número de descendientes en poco tiempo y con poco gasto de energía.
Es impresionante observar a una cría de un pájaro cucú siendo alimentada por un padre "adoptivo" muchísimo más pequeño en tamaño. En este momento probablemente usted estará pensando: ¡pero qué ave hospedadora más tonta!; ¿qué, acaso no sabe reconocer a sus propias crías?. No piense tan severamente; lo que sucede es que los parásitos han desarrollado, a lo largo de su historia evolutiva, varias características que "despistan" a los hospedadores; por ejemplo, sonidos y marcas en el pico. Se supone que la acción de abrir el pico induce a los padres a alimentar a sus polluelos, pues los patrones de coloración del interior del pico de las aves son clave para el reconocimiento de la descendencia. El interior del pico de las crías parásitas por lo general tiene patrones de color similares a los de la especie parasitada. En otros casos, los huevos de los parásitos son muy parecidos tanto en forma como en tamaño a los de la especie parasitada.
Además, a veces las aves hospedadoras sí reconocen los huevos parásitos y los eliminan exitosamente. Cuando algunas aves descubren que su nido ha sido parasitado, lo abandonan o lo cubren con más material y comienzan a poner huevos nuevamente.Varios ornitólogos creen que en determinados casos no destruyen los huevos de los parásitos porque podrían dañar sus propios huevos o porque los huevos de los parásitos son tan duros que no los pueden romper con el pico.
Un gran número de aves parásitas habita en lugares abiertos. Con el incremento de la deforestación, también aumenta la población de esos animales.
Vaquero ojirrojo (Molothrus aeneus) :

En general, las aves son un ejemplo de buenos padres. Sin embargo, existen especies a las que se les denomina parásitos de nidos y que son una excepción a esa regla pues ponen sus huevos en los nidos de otras aves y nunca más vuelven a preocuparse por sus crías. Ejemplos de parásitos son los vaqueros ojirrojos (Molothrus aeneus) y ciertos pájaros cucú como el cuclillo listado (Tapera naevia), los cuales dependen de otras especies para que críen su descendencia. El parasitismo afecta negativamente las poblaciones de las aves parasitadas. Algunas de las "víctimas" más frecuentes de los parásitos son los emberízidos (gorriones, pinzones, finches...). Hay parásitos que tienen una amplia variedad de hospedadores; mientras que otros son más específicos y solo parasitan a una especie particular.
Algunas aves ponen huevos en nidos de otros individuos de la misma especie además de los puestos en el nido propio; a esto se le denomina intraparasitismo. Esto es muy común entre las aves, especialmente en las acuáticas como zambullidores y gaviotas, así como en palomas y aves canoras. Este comportamiento es más probable cuando hay pocos sitios donde anidar y una gran densidad de población. Esto, por supuesto, no favorece en nada al padre engañado, el cual debe repartir la comida entre su prole y el o los intrusos. De ahí que es importante vigilar el nido para evitar que en un descuido aparezca de pronto un huevo más.
En las familias Cuculidae e Icteridae existen miembros que son considerados parásitos obligados (como el cuclillo listado y el vaquero ojirrojo que ya mencionamos previamente). Esto quiere decir que no construyen nidos ni cuidan sus propias crías. En cambio, dependen de otras especies para que críen y cuiden a sus polluelos. Las aves parásitas de nidos ponen sus huevos en varios nidos y disminuyen así las probabilidades de que un depredador elimine a toda su progenie.
La hembra parásita aprovecha el menor descuido para remover algunos o todos los huevos del nido del hospedador y dejar los suyos rápidamente. Además, sus pichones suelen ser más grandes, así que la madre suele alimentarlos a ellos primero, descuidando a los propios. Los pichones parásitos son agresivos y en ocasiones lanzan a sus "hermanastros" del nido o los matan.
Esta forma de reproducción permite a los parásitos tener gran número de descendientes en poco tiempo y con poco gasto de energía.
Es impresionante observar a una cría de un pájaro cucú siendo alimentada por un padre "adoptivo" muchísimo más pequeño en tamaño. En este momento probablemente usted estará pensando: ¡pero qué ave hospedadora más tonta!; ¿qué, acaso no sabe reconocer a sus propias crías?. No piense tan severamente; lo que sucede es que los parásitos han desarrollado, a lo largo de su historia evolutiva, varias características que "despistan" a los hospedadores; por ejemplo, sonidos y marcas en el pico. Se supone que la acción de abrir el pico induce a los padres a alimentar a sus polluelos, pues los patrones de coloración del interior del pico de las aves son clave para el reconocimiento de la descendencia. El interior del pico de las crías parásitas por lo general tiene patrones de color similares a los de la especie parasitada. En otros casos, los huevos de los parásitos son muy parecidos tanto en forma como en tamaño a los de la especie parasitada.
Además, a veces las aves hospedadoras sí reconocen los huevos parásitos y los eliminan exitosamente. Cuando algunas aves descubren que su nido ha sido parasitado, lo abandonan o lo cubren con más material y comienzan a poner huevos nuevamente.Varios ornitólogos creen que en determinados casos no destruyen los huevos de los parásitos porque podrían dañar sus propios huevos o porque los huevos de los parásitos son tan duros que no los pueden romper con el pico.
Un gran número de aves parásitas habita en lugares abiertos. Con el incremento de la deforestación, también aumenta la población de esos animales.
Vaquero ojirrojo (Molothrus aeneus) :

Un saludo, Alberto Cabrera.
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Me alegra enormemente que os este gustando este curso de Observación de Aves.
En estos momentos nos encontramos cruzando el Ecuador del mismo, y hablando de cruzar el Ecuador.., qué tal un poquito sobre la migración ?

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Un saludo, Alberto Cabrera.
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45. Migración
45. Migración
Aunque gran cantidad de aves residen en sus territorios durante todo el año, lo cierto es que hay muchísimas excepciones; por ejemplo, las aves frugívoras y las nectarívoras realizan grandes movimientos para aprovechar los picos de floración y de fructificación, los cuales varían según la zona y la época del año. En ciertos países, por ejemplo, las aves vuelan largas distancias montaña arriba y montaña abajo para buscar árboles con frutos; la segunda mitad del año descienden a altitudes menores, donde la temperatura es más alta y su alimento está más disponible.
Las aves insectívoras de los bosques tropicales están muy ligadas a las zonas altitudinales donde se criaron; rara vez se les ve a más de mil metros de altitud de tales regiones. Las de humedales (garzas, patos, ibis...) se movilizan hacia sitios más favorables en la época seca de las zonas donde habitan regularmente.
Mucho más espectacular que los movimientos locales de las aves residentes, es la migración que realizan cada año millones de aves. Especies diversas de reinitas o picafollas, golondrinas, zorzales, vireos, tangaras, mosqueros, correlimos, chorlitos, gaviotas... se reproducen en América del Norte; pasan en esa región aproximadamente medio año y, aproximadamente en Agosto, empiezan a migrar hacia el Sur. Algunos se quedan en América Central y otros siguen su largo viaje hacia América del Sur. A estas aves los ornitólogos las denominan migratorios neotropicales, pues en el norte solo se reproducen. Al llegar a nuestros países, algunos como la tangara veranera y varias reinitas establecen territorios de forrajeo; otros son más sociables y andan en bandadas. Al llegar el mes de marzo empieza el éxodo hacia las tierras del norte (cuando en esas tierras las temperaturas están más favorables para reproducirse).
Pocas especies migran del sur hacia el norte para reproducirse o para pasar una temporada, como los elanios (gavilanes), los mosqueros pirata y vientriazufrado, el vireo amarillo verdoso y varias aves marinas. En general, los países más cercanos al ecuador son los que más reciben migratorios neotropicales, pues tienen temperaturas más altas y más abundancia de alimento que las regiones que dejaron atrás.
Pero si las aves no tienen mapas... ¿cómo saben hacia dónde migrar?
Desde la antigüedad a muchas personas les ha fascinado el misterio de la migración. Los ornitólogos siguen aprendiendo datos nuevos sobre la migración. No es sencillo contestar cómo encuentran su ruta las aves. En muchos casos, los siguientes factores o una combinación de ellos también influyen en la migración:
- Las aves migratorias utilizan el Sol u otras estrellas como guías.
- Monitorean el campo magnético de la Tierra con su sistema de visión y gracias a que en sus cabezas tienen pequeños granos de un mineral llamado magnetita (imán natural) que les sirven como brújula. Al parecer, recalibran su "brújula" interior contra su estrella de navegación durante las paradas que hacen a lo largo de la ruta de migración (así no se pierden al cambiar de un hemisferio al otro).
- Instinto. Los ancestros de las aves migratorias también fueron migratorios. Desde que nacen, los migratorios poseen el instinto de volar al trópico o a lugares más calientes en una época específica del año.
- Emplean ríos, montañas, costas u otros accidentes geográficos como guías.
- Siguiendo a otras aves.
- Por olfato (en el caso de algunas palomas).
Por supuesto que a veces las aves se pierden de camino, sobre todo si algún viento fuerte o una tormenta las desvía de su ruta. Algunos ornitólogos les "enseñan" a aves jóvenes que se quedaron rezagadas cómo llegar a su destino; las dirigen con un aeroplano ultraligero (la Operación Migración es un proyecto que ha guiado exitosamente a gansos y grullas por la ruta adecuada).
¿Cómo le hacen para volar tantísimo?
Aves como ciertos patos migratorios vuelan batiendo las alas constantemente. Otros, como los zopilotes de cabeza roja y varios gavilanes, solo vuelan de día y sobre tierra para aprovechar las termales o corrientes de aire calentadas por el Sol, de manera que se "montan" sobre ellas y así planean grandes distancias sin tanto esfuerzo. Existen otras estrategias de vuelo; por ejemplo, batir las alas varias veces y planear por un rato; al perder altitud o velocidad, se baten las alas nuevamente.
Las aves necesitan una reserva de grasa en su cuerpo para viajar esas largas distancias, especialmente aquellas que realizan vuelos sin escalas o muy largos como en el caso de los gavilanes. En el ave se dan cambios hormonales que inducen al animal a almacenar los nutrientes necesarios para sobrevivir durante la migración. Aquellos que hacen vuelos relativamente cortos o con escalas dependen menos de almacenar grasa antes del viaje. Algunos incluso comen durante su viaje. Un notable ejemplo nos lo da un pequeño colibrí. Al este de Norteamérica, alrededor de setiembre, el colibrí garganta de rubí, Archilocus colubris, empieza a alimentarse muy abundantemente. Esta ave, de apenas 8 centímetros y 3 gramos, es capaz de volar más de 800 kilómetros por más de 30 horas sin parar. En su destino (México y/o países de América Central) se repone alimentándose del néctar de gran variedad de flores con el fin de recargar energía para devolverse al norte.
Usualmente, las aves esperan hasta que hayan condiciones meteorológicas favorables para empezar a migrar. El viento debe soplar en la dirección hacia la que las aves quieren dirigirse, de manera que puedan aprovechar su impulso y, de esa forma, reducir el consumo de energía. Los animales que se encuentran con vientos en contra o con tormentas usualmente perecen si vuelan sobre el océano; si están en tierra hacen una parada y buscan alimento y descanso antes de continuar. La ruta que toman algunas aves instintivamente podrá parecerle extraña de primera entrada hasta que se fije en los vientos; por ejemplo, tal vez para llegar a un destino un ave podría hacer una ruta X corta, pero hace una ruta Y más larga porque en esta hay más posibilidad de que los vientos le den buenos empujones para llegar con un esfuerzo mucho menor.
La mayoría de las aves vuelan a menos de 1 km de altura, pero algunos pilotos de aeronaves han reportado haber visto aves a casi 8 kilómetros sobre tierra. Los pulmones de las aves están adaptados para soportar el frío de semejantes altitudes.
Muchas aves como reinitas, vireos, zorzales y mosqueros migran de noche para eludir a sus depredadores; por eso muchas veces no nos damos cuenta de su migración. Haga la prueba: durante la próxima luna llena, cuente las siluetas de las aves que se ven contra la Luna. Esas aves usualmente aterrizan a temprana hora por la mañana para descansar y alimentarse. Entre los migratorios que viajan de día están los gavilanes, los vencejos y las golondrinas.
Todavía queda mucho que aprender sobre la migración. En varios países se han colocado puestos de monitoreo de aves migratorias. El anillado de aves, así como el uso de radares o de pequeños transmisores también han ayudado a añadir información muy valiosa.

Aunque gran cantidad de aves residen en sus territorios durante todo el año, lo cierto es que hay muchísimas excepciones; por ejemplo, las aves frugívoras y las nectarívoras realizan grandes movimientos para aprovechar los picos de floración y de fructificación, los cuales varían según la zona y la época del año. En ciertos países, por ejemplo, las aves vuelan largas distancias montaña arriba y montaña abajo para buscar árboles con frutos; la segunda mitad del año descienden a altitudes menores, donde la temperatura es más alta y su alimento está más disponible.
Las aves insectívoras de los bosques tropicales están muy ligadas a las zonas altitudinales donde se criaron; rara vez se les ve a más de mil metros de altitud de tales regiones. Las de humedales (garzas, patos, ibis...) se movilizan hacia sitios más favorables en la época seca de las zonas donde habitan regularmente.
Mucho más espectacular que los movimientos locales de las aves residentes, es la migración que realizan cada año millones de aves. Especies diversas de reinitas o picafollas, golondrinas, zorzales, vireos, tangaras, mosqueros, correlimos, chorlitos, gaviotas... se reproducen en América del Norte; pasan en esa región aproximadamente medio año y, aproximadamente en Agosto, empiezan a migrar hacia el Sur. Algunos se quedan en América Central y otros siguen su largo viaje hacia América del Sur. A estas aves los ornitólogos las denominan migratorios neotropicales, pues en el norte solo se reproducen. Al llegar a nuestros países, algunos como la tangara veranera y varias reinitas establecen territorios de forrajeo; otros son más sociables y andan en bandadas. Al llegar el mes de marzo empieza el éxodo hacia las tierras del norte (cuando en esas tierras las temperaturas están más favorables para reproducirse).
Pocas especies migran del sur hacia el norte para reproducirse o para pasar una temporada, como los elanios (gavilanes), los mosqueros pirata y vientriazufrado, el vireo amarillo verdoso y varias aves marinas. En general, los países más cercanos al ecuador son los que más reciben migratorios neotropicales, pues tienen temperaturas más altas y más abundancia de alimento que las regiones que dejaron atrás.
Pero si las aves no tienen mapas... ¿cómo saben hacia dónde migrar?
Desde la antigüedad a muchas personas les ha fascinado el misterio de la migración. Los ornitólogos siguen aprendiendo datos nuevos sobre la migración. No es sencillo contestar cómo encuentran su ruta las aves. En muchos casos, los siguientes factores o una combinación de ellos también influyen en la migración:
- Las aves migratorias utilizan el Sol u otras estrellas como guías.
- Monitorean el campo magnético de la Tierra con su sistema de visión y gracias a que en sus cabezas tienen pequeños granos de un mineral llamado magnetita (imán natural) que les sirven como brújula. Al parecer, recalibran su "brújula" interior contra su estrella de navegación durante las paradas que hacen a lo largo de la ruta de migración (así no se pierden al cambiar de un hemisferio al otro).
- Instinto. Los ancestros de las aves migratorias también fueron migratorios. Desde que nacen, los migratorios poseen el instinto de volar al trópico o a lugares más calientes en una época específica del año.
- Emplean ríos, montañas, costas u otros accidentes geográficos como guías.
- Siguiendo a otras aves.
- Por olfato (en el caso de algunas palomas).
Por supuesto que a veces las aves se pierden de camino, sobre todo si algún viento fuerte o una tormenta las desvía de su ruta. Algunos ornitólogos les "enseñan" a aves jóvenes que se quedaron rezagadas cómo llegar a su destino; las dirigen con un aeroplano ultraligero (la Operación Migración es un proyecto que ha guiado exitosamente a gansos y grullas por la ruta adecuada).
¿Cómo le hacen para volar tantísimo?
Aves como ciertos patos migratorios vuelan batiendo las alas constantemente. Otros, como los zopilotes de cabeza roja y varios gavilanes, solo vuelan de día y sobre tierra para aprovechar las termales o corrientes de aire calentadas por el Sol, de manera que se "montan" sobre ellas y así planean grandes distancias sin tanto esfuerzo. Existen otras estrategias de vuelo; por ejemplo, batir las alas varias veces y planear por un rato; al perder altitud o velocidad, se baten las alas nuevamente.
Las aves necesitan una reserva de grasa en su cuerpo para viajar esas largas distancias, especialmente aquellas que realizan vuelos sin escalas o muy largos como en el caso de los gavilanes. En el ave se dan cambios hormonales que inducen al animal a almacenar los nutrientes necesarios para sobrevivir durante la migración. Aquellos que hacen vuelos relativamente cortos o con escalas dependen menos de almacenar grasa antes del viaje. Algunos incluso comen durante su viaje. Un notable ejemplo nos lo da un pequeño colibrí. Al este de Norteamérica, alrededor de setiembre, el colibrí garganta de rubí, Archilocus colubris, empieza a alimentarse muy abundantemente. Esta ave, de apenas 8 centímetros y 3 gramos, es capaz de volar más de 800 kilómetros por más de 30 horas sin parar. En su destino (México y/o países de América Central) se repone alimentándose del néctar de gran variedad de flores con el fin de recargar energía para devolverse al norte.
Usualmente, las aves esperan hasta que hayan condiciones meteorológicas favorables para empezar a migrar. El viento debe soplar en la dirección hacia la que las aves quieren dirigirse, de manera que puedan aprovechar su impulso y, de esa forma, reducir el consumo de energía. Los animales que se encuentran con vientos en contra o con tormentas usualmente perecen si vuelan sobre el océano; si están en tierra hacen una parada y buscan alimento y descanso antes de continuar. La ruta que toman algunas aves instintivamente podrá parecerle extraña de primera entrada hasta que se fije en los vientos; por ejemplo, tal vez para llegar a un destino un ave podría hacer una ruta X corta, pero hace una ruta Y más larga porque en esta hay más posibilidad de que los vientos le den buenos empujones para llegar con un esfuerzo mucho menor.
La mayoría de las aves vuelan a menos de 1 km de altura, pero algunos pilotos de aeronaves han reportado haber visto aves a casi 8 kilómetros sobre tierra. Los pulmones de las aves están adaptados para soportar el frío de semejantes altitudes.
Muchas aves como reinitas, vireos, zorzales y mosqueros migran de noche para eludir a sus depredadores; por eso muchas veces no nos damos cuenta de su migración. Haga la prueba: durante la próxima luna llena, cuente las siluetas de las aves que se ven contra la Luna. Esas aves usualmente aterrizan a temprana hora por la mañana para descansar y alimentarse. Entre los migratorios que viajan de día están los gavilanes, los vencejos y las golondrinas.
Todavía queda mucho que aprender sobre la migración. En varios países se han colocado puestos de monitoreo de aves migratorias. El anillado de aves, así como el uso de radares o de pequeños transmisores también han ayudado a añadir información muy valiosa.

Un saludo, Alberto Cabrera.
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