Ya estaba jadeando de tanto seguirme, cuando veo a una perdiz intentando pasar desapercibida entre los matorrales.
Hank estaba a unos 20 metros de mí, le levanto el guante y fija su mirada en mí... bajo lentamente hacia la perdiz y esta al verme se queda totalmente inmovil (mi fé estaba por las nubes). Hank se acerca a mi distraido y sobrevolandome sin darse cuenta de la perdiz, esta al verle se clava en el matorral y yo voy a intentar levantarsela.
Sale disparada hacia unas zarzas cercanas (unos 10 metros) y tras la grita, Hank la vé y hace un picado hacia ella, clavandose literalmente entre esos pinchos tan jodios que tienen estas malas hierbas...
La perdiz corretea entre las zarzas y Hank se eleva, colocándose encima mia y haciendo tornos esperando a que yo se la levantase. Pero no hubo manera, yo miraba a mi pollo para ver si me indicaba de alguna manera la posición de la perdiz pero aún haciendo todo los esfuerzos posibles y metiendome entre toda hierba, como si de un podenco se tratase.... no dí con la perdiz.
Tras 20 minutos de búsqueda... me dí por vencido y me fui.
En estos momentos te das cuenta de la importancia del perro, aunque en mi caso seria imposible tenerlo.
Han sido unos momentos mágicos, Hank se ha portado de escándalo pero no ha habido final feliz.
Mañana volveremos a intentarlo!!
Un saludo
