
Andaba sacando a la pájara al campo, realizando sus primeros vuelos al fiador, respondiendo perfectamente, sin apretarla mucho, más bien gorda en 225 gramos, cuando su peso perfecto ronda los 215...Algunos truquillos y mucha paciencia han hecho que la pájara se haya amansado de maravilla, sin miedo a perros, ni coches, motos...sin manías con gente desconocida, sin extrañar que otra persona la llame al guante o al señuelo, y soportando la caperuza como una campeona.
Esperando sólo a que su respuesta al señuelo fuese perfecta para darle vuelo libre, y flipando al ver como la muy cabrona salta a perseguir todo bicho volante que se cruza en su mirada, pegando unos tironazos del fiador que asustaban.
El día de soltarla llegó, y queriendo hacer las cosas bien, me hubiese gustado haber tenido una paloma para tras volarla un poco, darle un escape pesado que no pudiese llevar en mano, y me hiciese ganar algunos puntos de confianza en la cabecita de la gavilana.
Pero todo no puede ser perfecto, y las palomas que crío en el palomar no se han dejado capturar, así que nos vamos al campo sin escape, a volar suelta en llamadas largas, y en caso que la sangre hierva demasiado, a ver por primera vez como bate alas semejante depredador tras alguna desafortunada presa.
Nada más bajar del coche mis ojos no creen lo que ven, un estornino de denominación de origen Rrgaona, salta del aparcamiento justo al lado del coche, y se mete en unos juncos a escasos 10 metros.
Pongo el emisor a la pájara, quito la caperuza y con la sangre burbujeando no puedo resistirme a sacarle esa presa a la gavilana y verla "cazando"...el coto consiste en una explanada amplia, con juncos dispersos y salpicado de eucaliptos enormes.
Me acerco al lugar con la pájara elevada, ella no pierde detalle de los arbustos, y salta el puñetero estornino a toda leche...lanzo la pájara y me deleito mirando como le saca distancia con suma facilidad, la presa gritando al ver de cerca su más horrible predador, se estrella contra un junco con la pájara pisándole los talones, y ahí, en cuestión de milésimas de segundo, cambia radicalmente la dirección tomando el viento en cara y burlando a la gavilana que consigue rozarlo...la persecución con el viento en cara demasiado fuerte para ser el primer día, dan la victoria a la presa que consigue escapar (esto lo tengo en vídeo, pero se ve fatal).
La tarde no ha hecho más que empezar, así que llamo a la gavilana que se ha subido a un árbol, y el ver que anda sin fiador por primera vez me asusta un poco...pero tras unos segundos baja al guante, y parece que comprende el mecanismo de caza que le espera de aquí en adelante.
Sin alargarme demasiado y resumiendo, vuelo un poco a la pájara a los eucaliptos mientras desaparecen unos coches que entran en el coto de caza, la engolosino con algunas llamadas y unas picaditas, y me dispongo a buscar otro estornino como el anterior.
Se suceden las debatidas hacia presas menores, de las que cazaba con el torzuelo, pero ni de coña suelto, más asustado por que llevase en mano que por otra cosa, ya que aunque el señuelo no hace intención de llevarlo, una presa tan pequeña no me inspira confianza aún, y menos el primer día de caza...pero echando en falta estorninos, veo que la gavilana pone interés en algunos pájaros innombrables, de los que jamás pude cazar con el torzuelo, de esas que se levantan en bandadas volando sin miedo alguno al gavilán, sabiendo que su vuelo en este caso es superior, y que el depredador poco tiene que hacer.
Mientras la pájara está clavando los ojos amarillos en uno de esos pájaros que revolotea a 1 metro del suelo cerca de los juncos, giro la muñeca para convencerla de que salga a por él, y no me defrauda...vuelvo a babear viendo como la velocidad que alcanza la pájara en los primeros metros le hacen acercarse bastante a esa presa "imposible" y pienso que como en ocasiones anteriores con el torzuelo, un quiebro y un vuelo rápido a la vez que ágil, van a dejar a la gavilana sentada en el suelo con la cara partía...pero para cuando la presa empieza a tomárselo en serio, la gavilana ya está muy cerca, y tras unos metros de persecución durísima, veo una sacudida que al ojo humano es casi imperceptible, una sacudida en forma de quiebro que da la victoria al predador en este caso (supongo que con mucha suerte).
Ese quiebro jamás se borrará de mi mente. La pájara cae en tierra abierta, y sin pensarlo se va volando a un junco...allí me acerco, y sin cubrir ni alterarse, me siento al lado, aseguro a la pájara, y la dejo comerse lo que se ha ganado...termina y sube a buscar mi puño. He de decir que ese día, sentí una complicidad con la pájara, mayor que la que he conseguido con el torzuelo en 4 meses de caza. Y tambien, que me ha transmitido una impresión de potencia de vuelo mucho mayor a la del torzuelo...será por el tamaño.
Ahora os busco unas fotos que tengo de aquel día del año pasado;) y os la pongo en otro mensaje.
Primera presa dedicada al master webero Senator, que si llega a ver la captura le dan tres infartos seguidos.
Salu2.