Sin palabras, una verdadera pena.
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Sin palabras, una verdadera pena.
He encontrado este vídeo, contiene unas imágenes muy crueles y yo personalmente no volveré a verlo. Mi pregunta es, nadie puede hacer nada para dar con esta gentuza? En qué mierda de mundo vivimos? Estos hijos de .... merecen la muerte sin más.
http://www.conservationindia.org/campaigns/amur-massacre
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Re: Sin palabras, una verdadera pena.
Pues hombre, serán gentuza, que no digo que si ni que no, por matar aves, pero si tu les deseas la muerte a ellos....
- Chindasvinto
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Re: Sin palabras, una verdadera pena.
Esa zona de la India Nagaland está entre las 10 primeras del mundo en índice de mortalidad infantil por malnutrición. Lo que no justifica la matanza de miles de aves migratorias, pero…
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Re: Sin palabras, una verdadera pena.
Aquí en España, sobre todo en la región andaluza mueren miles de aves fringílidas, jilgueros, pardillos, ...etc, víctimas de la "gula" de la gente, en forma de tapas de pajaritos fritos. Lo de la India, la verdad es que duele de ver, pero forma parte de su cultura y seguramente no sea ilegal en esa zona. Aquí si que está penada la muerte de fringílidas, cualquiera que sea su destino.
La diferencia es que en la India palían el hambre de la población de la zona y que es un aporte extra de proteinas una vez al año y aquí se usan para el "ocio" gourmet de gente que no ha pasado hambre en su vida ( no digo nada en los tiempos de la postguerra en que servía para un dinerito extra con que ayudar a la economía familiar, pero no ahora en la época actual.)
Un saludo.
Marcos.
La diferencia es que en la India palían el hambre de la población de la zona y que es un aporte extra de proteinas una vez al año y aquí se usan para el "ocio" gourmet de gente que no ha pasado hambre en su vida ( no digo nada en los tiempos de la postguerra en que servía para un dinerito extra con que ayudar a la economía familiar, pero no ahora en la época actual.)
Un saludo.
Marcos.
Las oportunidades son como los amaneceres, si uno espera demasiado,se los pierde.
Re: Sin palabras, una verdadera pena.
eso pasa todos los años con las palomas,tortolas´zorzales,conejos,etc,aqui en españa y es totalmente legal y la mayoria de esos animales cazados en grandes cantidades acaban de un año para otro en el cubo de la basura,lo veo todas las temporadas de amigos escopeteros
Re: Sin palabras, una verdadera pena.
ha y despues todas las trabas nos la ponen a nosotros que cazamos en la temporada 8 perdices y 10 liebres a si va el pais
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Re: Sin palabras, una verdadera pena.
Esta noche cuelgo un documento que os va a dar una dimensión más aproximada de lo que puede llegar a ser esa bestia llamada "hombre"
Un saludo.
Un saludo.
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Re: Sin palabras, una verdadera pena.
Desde que el hombre se asentó y comenzó a multiplicarse y poblar el planeta, son muchas las especies animales y vegetales que hemos visto extinguirse. Algunas de ellas posiblemente hayan sido a causa de la selección natural sin impacto directo del hombre, pero otras muchas han desaparecido a causa de la caza despiadada, ya fuera por ser un alimento fácil o por ser un gran trofeo para exhibir.
Hace algunos meses os hablaba del alca gigante, el animal que dio nombre a los pingüinos, gracias a su excepcional que observaron los ingleses al descubrirlo. De sobra es conocido también el caso del dodó, el animal que el hombre extinguió poco después de 100 años desde que lo descubriese. Hoy os traigo otro triste final para un fascinante animal: la paloma migratoria.
I: La paloma migratoria
A comienzos del siglo XIX, la paloma migratoria no se encontraba en peligro de extinción, de hecho, era uno de las aves más comunes de Norteamérica, llegando algunas de las estimaciones a varios miles de millones de palomas. Quizá su gran número, era lo que hacía fascinante al animal, ya que cada una de sus migraciones se convertía en todo un espectáculo de la naturaleza.
Durante el invierno, las palomas migratorias se distribuían en toda la parte oriental de América del norte. Se podían encontrar en cualquier lugar al este de las montañas rocosas. Pero durante la temporada de anidación, todas las palomas distribuidas en esta amplia región se desplazaban de forma coordinada a la zona de anidación, situada exclusivamente en los alrededores de los estados actuales de Nueva York, Pensilvania y Ohio.
Los primeros científicos que describieron sus migraciones, se quedaron fascinados con la cantidad de palomas que llegaban a formar sus bandadas. Tal era su tamaño, que a su paso por una determinada región, la luminosidad del Sol se veía notable reducida, e incluso su efecto se veía reflejado en un descenso de las temperaturas locales.
II: Recreación a color de una paloma migratoria
Según varios registros, en Ontario en 1866 se describe la que podría ser uno de los mayores grupos migratorios de la historia. Según los datos, la bandada de palomas migratorias medía un kilómetro y medio de ancho, y casi 500 kilómetros de largo, y las aves tardaron un total de 14 en pasar el punto de avistamiento. Esto, según las estimaciones, supuso un total de 3,5 miles de millones de palomas migratorias.
Pero posiblemente fue su gran número, lo que les llevó a la extinción. En Norteamérica, la paloma migratoria era reconocida como la carne más barata, además de ser bastante apetitosa, por lo cual era uno de los principales alimentos de los esclavos y las clases más pobres de Norteamérica. Esto, llevó a una caza discriminada de las palomas.
Con la mejora de las infraestructuras, sobretodo la aparición del telégrafo y del ferrocarril, las noticias sobre el comienzo de los periodos de migración, y el recorrido concreto de las bandadas, se dispersaban entre los cazadores del país con rapidez. Eso, sumado a la facilidad de su caza, debido a la gran densidad de sus bandadas, provocaron que el proceso de extinción se acelerase.
III: Martha, la última paloma migratoria
En 1896, en Cincinnati, cuando ya se sabía sobre el peligro de extinción que afrontaba la paloma migratoria y su número se estimaba tan sólo en unos pocos millones, un grupo de cazadores masacraron la última gran bandada de este tipo de animal, contabilizando un total de 250.000 piezas cazadas en aquel día.
Tan sólo 18 años más tarde de este hecho, el 1 de septiembre de 1914, moría en cautividad Martha, la última paloma migratoria conocida, y con ella el ser humano se puso un sangriento galardón más como mayor depredador de los últimos siglos.
Leer más: http://recuerdosdepandora.com/naturaleza/animales/la-paloma-migratoria-las-bandadas-de-aves-que-eclipsaban-el-sol/#ixzz2dfh9Jw1w
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Hace algunos meses os hablaba del alca gigante, el animal que dio nombre a los pingüinos, gracias a su excepcional que observaron los ingleses al descubrirlo. De sobra es conocido también el caso del dodó, el animal que el hombre extinguió poco después de 100 años desde que lo descubriese. Hoy os traigo otro triste final para un fascinante animal: la paloma migratoria.
I: La paloma migratoria
A comienzos del siglo XIX, la paloma migratoria no se encontraba en peligro de extinción, de hecho, era uno de las aves más comunes de Norteamérica, llegando algunas de las estimaciones a varios miles de millones de palomas. Quizá su gran número, era lo que hacía fascinante al animal, ya que cada una de sus migraciones se convertía en todo un espectáculo de la naturaleza.
Durante el invierno, las palomas migratorias se distribuían en toda la parte oriental de América del norte. Se podían encontrar en cualquier lugar al este de las montañas rocosas. Pero durante la temporada de anidación, todas las palomas distribuidas en esta amplia región se desplazaban de forma coordinada a la zona de anidación, situada exclusivamente en los alrededores de los estados actuales de Nueva York, Pensilvania y Ohio.
Los primeros científicos que describieron sus migraciones, se quedaron fascinados con la cantidad de palomas que llegaban a formar sus bandadas. Tal era su tamaño, que a su paso por una determinada región, la luminosidad del Sol se veía notable reducida, e incluso su efecto se veía reflejado en un descenso de las temperaturas locales.
II: Recreación a color de una paloma migratoria
Según varios registros, en Ontario en 1866 se describe la que podría ser uno de los mayores grupos migratorios de la historia. Según los datos, la bandada de palomas migratorias medía un kilómetro y medio de ancho, y casi 500 kilómetros de largo, y las aves tardaron un total de 14 en pasar el punto de avistamiento. Esto, según las estimaciones, supuso un total de 3,5 miles de millones de palomas migratorias.
Pero posiblemente fue su gran número, lo que les llevó a la extinción. En Norteamérica, la paloma migratoria era reconocida como la carne más barata, además de ser bastante apetitosa, por lo cual era uno de los principales alimentos de los esclavos y las clases más pobres de Norteamérica. Esto, llevó a una caza discriminada de las palomas.
Con la mejora de las infraestructuras, sobretodo la aparición del telégrafo y del ferrocarril, las noticias sobre el comienzo de los periodos de migración, y el recorrido concreto de las bandadas, se dispersaban entre los cazadores del país con rapidez. Eso, sumado a la facilidad de su caza, debido a la gran densidad de sus bandadas, provocaron que el proceso de extinción se acelerase.
III: Martha, la última paloma migratoria
En 1896, en Cincinnati, cuando ya se sabía sobre el peligro de extinción que afrontaba la paloma migratoria y su número se estimaba tan sólo en unos pocos millones, un grupo de cazadores masacraron la última gran bandada de este tipo de animal, contabilizando un total de 250.000 piezas cazadas en aquel día.
Tan sólo 18 años más tarde de este hecho, el 1 de septiembre de 1914, moría en cautividad Martha, la última paloma migratoria conocida, y con ella el ser humano se puso un sangriento galardón más como mayor depredador de los últimos siglos.
Leer más: http://recuerdosdepandora.com/naturaleza/animales/la-paloma-migratoria-las-bandadas-de-aves-que-eclipsaban-el-sol/#ixzz2dfh9Jw1w
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Re: Sin palabras, una verdadera pena.
Espero que nos sirva a todos de reflexión sobre el futuro que nos estamos forjando. Aunque sé que a algunos no les llegará nada de esto y pensarán que son memeces y que eso ya no puede volver a pasar. Desde luego que no, porque los ejemplares existentes de cualquier especie del planeta ya nos hemos encargado de reducirlos apreciablemente o bien llevarlos al borde de la extinción. Para más ironía sobre el destino final de la pobre paloma americana, decir que el último ejemplar salvaje de esta especie lo mató un niño con una escopeta.
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Re: Sin palabras, una verdadera pena.
Pego un articulo de un naturalista americano donde narra someramente la el fugaz e infame episodio de la bella paloma migratoria americana. Os confieso que se me revuelve el alma misma.
Audubon –el famoso ornitólogo americano- describe la espera en un dormidero. Al llegar los pájaros el estruendo que hacían al volar y revolotear, unido a los disparos, el fuego –pues se llegaban a prender árboles para que cayeran las palomas chamuscadas- y el griterío de la gente, componía una barahúnda ensordecedora de la que era imposible diferenciar los diversos elementos que la componían. Miles y miles de palomas cubrían el suelo al amanecer, y cuenta –Audubon- “cada uno recogió las que quiso y después soltaron a los cerdos para que acabaran con el resto”. En las enormes colonias de cría, que cubrían muchos kilómetros cuadrados, los nidos estaban tan apretados que llegaban a los doscientos en un solo árbol, y las ramas se quebraban bajo su peso. Allí la masacre era, si cabe, mayor que en los dormideros. Concretamente una de Michigan medía 45 kilómetros de longitud por 5 o 6 kilómetros de ancho.
Todo el mundo dejaba en esa época su trabajo dedicándose a cazar los pichones –muy gordos y grasientos a los 15 días de edad- que después dice M. Edey, “se comían frescos, secos o en vinagre, o se convertían en grasa o se salaban para cuando vinieran tiempos malos. Continúa M. Edey cifrando alguna de aquellas matanzas: “desde los nidales de Pensilvania, parte alta de Nueva York y Winsconsin se recibían noticias de haber embarcado en unas semanas medio millón, un millón o dos millones de palomas. Sin duda alguna otras tantas quedaban sin embarcar, abrasadas, pisoteadas, devoradas por los cerdos, estropeadas o simplemente sin recoger.
Tanta presión despiadada, dejó a las palomas desprovistas de lugares donde asentarse. Allá donde fueran, eran esperadas y tiroteadas, tanto por el día, como por la noche. El telégrafo daba cumplida información sobre la ubicación diaria de estas aves y por supuesto, las armas eran cada vez más sofisticadas. Desgraciadamente, a este ritmo vertiginoso, no hay especie capaz de soportar una persecución de tal magnitud y en 1890, apenas un centenar de palomas se desplazaba fugazmente. Pero la caza continuó.
Audubon –el famoso ornitólogo americano- describe la espera en un dormidero. Al llegar los pájaros el estruendo que hacían al volar y revolotear, unido a los disparos, el fuego –pues se llegaban a prender árboles para que cayeran las palomas chamuscadas- y el griterío de la gente, componía una barahúnda ensordecedora de la que era imposible diferenciar los diversos elementos que la componían. Miles y miles de palomas cubrían el suelo al amanecer, y cuenta –Audubon- “cada uno recogió las que quiso y después soltaron a los cerdos para que acabaran con el resto”. En las enormes colonias de cría, que cubrían muchos kilómetros cuadrados, los nidos estaban tan apretados que llegaban a los doscientos en un solo árbol, y las ramas se quebraban bajo su peso. Allí la masacre era, si cabe, mayor que en los dormideros. Concretamente una de Michigan medía 45 kilómetros de longitud por 5 o 6 kilómetros de ancho.
Todo el mundo dejaba en esa época su trabajo dedicándose a cazar los pichones –muy gordos y grasientos a los 15 días de edad- que después dice M. Edey, “se comían frescos, secos o en vinagre, o se convertían en grasa o se salaban para cuando vinieran tiempos malos. Continúa M. Edey cifrando alguna de aquellas matanzas: “desde los nidales de Pensilvania, parte alta de Nueva York y Winsconsin se recibían noticias de haber embarcado en unas semanas medio millón, un millón o dos millones de palomas. Sin duda alguna otras tantas quedaban sin embarcar, abrasadas, pisoteadas, devoradas por los cerdos, estropeadas o simplemente sin recoger.
Tanta presión despiadada, dejó a las palomas desprovistas de lugares donde asentarse. Allá donde fueran, eran esperadas y tiroteadas, tanto por el día, como por la noche. El telégrafo daba cumplida información sobre la ubicación diaria de estas aves y por supuesto, las armas eran cada vez más sofisticadas. Desgraciadamente, a este ritmo vertiginoso, no hay especie capaz de soportar una persecución de tal magnitud y en 1890, apenas un centenar de palomas se desplazaba fugazmente. Pero la caza continuó.